Una geoda californiana

Charles Moore y la intimidad gradual del Condominio I.

Autor (es) del articulo
Blanca Juanes Juanes

Resumen

La primera operación necesaria para la determinación de una arquitectura que se define como territorial implica la definición física de un límite. Una frontera cuya primera consecuencia es el establecimiento de un orden capaz de diferenciar entre el fuera-hostil y el dentro-seguro. Este permite cualificar un primer estadio de permanencia, otorgado por el refugio más inmediato y que, sin embargo, permite sucesivas derivadas de su significado tanto en cuanto a la definición inicial de ese límite interior-exterior como a la materialidad de su formalización. La total confianza en esta idea se convierte en la base sobre la que, en el año 63, Charles Moore y su equipo (MLTW) construyen el proyecto para el Condominio I en el Sea Ranch, ejemplo real de los “dominios étnicos” de Sussane Langer, pero también de una reflexión sobre la construcción del límite tan europeísta como americana. El reto de la construcción doméstica se halla aquí en la definición de un umbral que, más allá de limitar la evidente intemperie, permita al habitante conocer su ubicación en cada momento, jerarquizándose y especificándose para convertirse en un espacio con identidad propia capaz de ser leído en una auténtica clave californiana.

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