El bello desorden

De la armonía vitruviana al descubrimiento de lo caótico como fuente de la estética arquitectónica

Autor (es) del articulo
Carlos Santamarina-Macho

Resumen

La belleza es, desde la tradición clásica, una de las partes esenciales de la buena arquitectura, pero al mismo tiempo una de las más esquivas y difíciles de definir. Frente a cuestiones como la solidez o la funcionalidad, objetivamente evaluables, lo bello parece escapar a cualquier pretensión de comprensión unívoca, apelando a la subjetividad del observador y a la relación de este tanto con el hecho arquitectónico como con su propio contexto cultural.
A lo largo de la historia han sido varios los intentos de acotar ese concepto de belleza arquitectónica. Este texto aborda algunas de las aportaciones, fundamentalmente americanas, que durante el siglo XX quisieron identificar la belleza en unos rasgos que, de acuerdo a la más consolidada tradición formal, deberían estar desprovistos de ella: la ausencia de orden y armonía. Unas aportaciones que, al contrario que otros intentos de legitimación del desorden mediante su asociación a determinados cánones estéticos, como lo sublime, lo grotesco o lo feo, trataron de redefinir el propio concepto cultural de belleza. Y, al hacerlo, reconectaron este valor no solo con el resto de principios de la tradición clásica –firmeza, utilidad–, sino también con algunos de los retos de la arquitectura actual.

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