Monumentalidad y vacío en la Ciudad de México

Autor (es) del articulo
Juan Carlos Cano

Resumen

La Ciudad de México vive en una contradicción permanente. Quiere ser cosmopolita pero se aferra a su pasado, quiere llenarse de rascacielos pero no para de hundirse. Siguiendo una leyenda más o menos absurda, fue fundada sobre un islote en medio de un lago, sus habitantes le ganaron terreno al agua a la vez que construyeron canales, diques y acueductos en medio de un paisaje idílico, sin embargo, ahora es un páramo donde miles de construcciones improvisadas aparecen día con día, donde, con frecuencia, escasea el agua y de los ríos solo quedan los nombres de calles y las tuberías de drenaje profundo. Es una de las ciudades más dinámicas del mundo y, al mismo tiempo, una de las más corruptas y caóticas. Estas contradicciones han marcado su historia pero también constituyen su mayor fortaleza. Es en este juego de opuestos donde la Ciudad de México encuentra su tono, esa sensación de extrañeza provocada cuando se descubre que todo el ruido es en realidad un profundo silencio y que para entender esta ciudad hay que saber distinguir las capas existentes e intentar descifrar lo que no es evidente como, por ejemplo, que esta ciudad fue un lago.

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